El perverso jefe civil de la dictadura


Argentina tuvo en el siglo XX una marca trágica en la relación entre poder, intereses económicos, y autoritarismo. Entre los años 1930 y 1983, el país vivió seis golpes de Estado. El primero fue en 1930, y le sucedieron quiebres al orden constitucional en 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. En esos períodos de gobiernos militares que tomaron el poder por la fuerza, los argentinos tuvimos catorce presidentes de facto. En esos sombríos episodios de la historia argentina, hay dos sucesos, dolorosos, que guardan relación con la provincia de Salta.
El primero de ellos lo protagonizó el salteño José Félix Uriburu, militar nacionalista y defensor de los intereses de la oligarquía, y sobrino de José Evaristo Uriburu, quien fue presidente provisional entre 1895 y 1898. José  F. Uriburu fue el primer golpista del siglo XX. Truncó la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, encabezando el golpe de Estado del 8 de setiembre de 1930, el primero de muchos.
El segundo hecho es aún más temerario. José Alfredo Martínez de Hoz, que fue ministro de Economía de la dictadura que tomó el poder por la fuerza en 1976 en la Argentina, fue veinte años antes ministro de Economía en la provincia de Salta. De hecho, fue con ese cargo con el que se inició en función pública alguna. Y lo hizo siendo parte del Gobierno militar que derrocó a Juan Domingo Perón en setiembre de 1955.
El golpe militar se produjo el 16 de setiembre del ’55. En ese entonces era gobernador en Salta el Dr. Ricardo Joaquín Durand, quien había asumido el 4 de junio de 1952. Cinco días después del alzamiento militar, Durand fue destituido y asumió el 21 de setiembre el Teniente Coronel Arnoldo Pfister en forma provisoria, designado desde Buenos Aires por el alto mando militar. Cuatro días después, el 24 de setiembre, asumió en su reemplazo como Interventor militar, el General Aquiles Moschini. Estuvo también días. El 1 de octubre del ’55 asumió el Teniente Cnel. (RE) Julio R. Lobo como Interventor federal, hasta el 12 de mayo de 1956. El Dr. Arturo Oñativia asumió como interino solo cuatro días, hasta el 16 de mayo. Y quien le continuó como Interventor Federal fue Alejandro Lastra, que estuvo al frente de la provincia hasta el 5 de abril de 1957.
Lastra llegó de Buenos Aires enviado por el presidente de facto, Pedro Eugenio Aramburu, acompañado por un equipo de jóvenes, muchos pertenecientes a la 'aristocracia' porteña, que ocuparon distintos cargos. Entre ellos se encontraba un joven José Alfredo Martínez de Hoz, con 31 años, quien se desempeñó como ministro de Economía del intervenido gobierno de Salta. Veinte años después, ese hombre se hizo cargo de la cartera económica del gobierno de la dictadura, la más cruenta que tuvo Argentina en el siglo XX. Ocupó ese cargo por cinco años, entre 1976 y 1981.

Luego de sus inicios en Salta en la función pública, Martínez de Hoz se desempeñó como secretario de Agricultura y Ganadería, y más tarde fue ministro de Economía del presidente provisional José María Guido, que gobernó entre marzo de 1962 y octubre de 1963. Guido fue impuesto por la dictadura que derrocó a Arturo Frondizi el 29 de marzo del ‘62. Como ministros de un equipo económico de neto corte liberal, pasaron Jorge Whebe, Federico Pinedo, Álvaro Alsogaray, Eustaquio Méndez Delfino y el propio Martínez de Hoz, que ocupó ese cargo durante cinco meses. “Todos en conjunto precipitaron la merma de un 9% de la producción industrial, el 11% de descenso del consumo por habitante y el 30% de la inversión en máquinas y equipos”, recuerda Daniel Muchnik. (1)
No ha sido menor el papel de los Martínez de Hoz en la historia económica argentina. Desde los albores de la nación, esta familia estuvo vinculada al poder económico agro-ganadero que gravitó sobre el poder político. En el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810 participaron 225 personas; 146 lo hicieron en contra del Virrey Cisneros, y 79 se pronunciaron a su favor y contra los patriotas. Entre estos últimos estaba el esclavista de gran fortuna José de María Martínez de Hoz (2). A fines del siglo XIX, recuerda también Luis Bruschtein, la Sociedad Rural financió la llamada Campaña del Desierto lanzada por el general Julio Argentino Roca para exterminar a los pueblos originarios y expropiarles sus tierras. El presidente de la Sociedad Rural era otro Martínez de Hoz, bisabuelo del actual, y por esa ayuda Roca le regaló 2.500.000 hectáreas en la Patagonia (3).
Antes del golpe de 1976, Martínez de Hoz fue titular de la acería Acindar, la petrolera Petrosur y la financiera Rosafin. Escribe Bruschtein que en 1975, Martínez de Hoz y otros directivos del Consejo Argentino Empresario visitaron al jefe del Estado Mayor, el general Jorge Rafael Videla. Trascendió que le pidieron “que contribuya a preservar el orden en las circunstancias que impiden la libertad de trabajo, la producción y la productividad”. En ese momento dirigía la empresa Acindar, que fue pionera del golpe con la represión de la huelga en su planta de Villa Constitución. “Nadie confirmó esa reunión del Consejo Argentino Empresario con Videla, ni se aclaró si allí efectivamente se habló del golpe del 24 de marzo o se empezó a planificar el disciplinamiento feroz de la sociedad para la aplicación de un nuevo plan económico”, sostiene Bruschtein. Pero cuando llegó el golpe del fatídico 24 de marzo, y Videla inmediatamente lo nombró como su ministro de Economía, aquella reunión estuvo signada por las sospechas sobre qué se habló allí realmente.

La saga de Martínez de Hoz, antes de asumir como ministro de la dictadura, ya traía antecedentes importantes como permanente consejero económico de militares golpistas. El golpe de Estado del ’76 tuvo indudables motivaciones económicas, al punto que Martínez de Hoz se convirtió, acaso desde un tiempo antes del golpe y durante gran parte de la dictadura, en una de las personalidades del ámbito civil más influyentes del último gobierno militar. Martínez de Hoz representaba intereses económicos y Videla como cabeza de la Junta Militar era un instrumento para lograrlos mediante un golpe cívico-militar. No sería la primera vez en la que los negocios de sectores económicos poderosos estaban asociados a los golpes de Estado.  
Aunque tengamos la certeza que Martínez de Hoz presionó a Videla, en nombre de intereses sectoriales, para llevar a cabo el golpe genocida del ’76, o fue el responsable de haber ejecutado el plan económico que devino en el ‘quinquenio del despojo’, no ha sido un hecho penado por la ley, ni siquiera cosa juzgable. Su función no se castigó. Martínez de Hoz no mató con sus propias manos, pero no se puede desconocer que gracias a él, todo un sector económico se benefició de la barbarie militar, en detrimento de miles de argentinos que sí sufrieron las consecuencias de las medidas del plan que aplicó desde el 2 de abril de 1976 y por los cinco años que estuvo en el cargo.
Ese día, lanzó un paquete de medidas que hicieron eclosionar la economía argentina: se desató una inflación incontrolable, se cerraron unos 20.000 establecimientos industriales, se destruyeron miles de puestos trabajo,  se congelaron los salarios, se abrieron las importaciones, y se dio un incremento brutal de la deuda externa, que pasó de casi 8.000 millones de dólares a 40.000 millones.
Definitivamente, fue el jefe civil de la dictadura. Martínez de Hoz se desempeñó como ministro de Economía entre 1976 y 1981, del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, en momentos en que se cometían crímenes de lesa humanidad. Su protagónico papel en la destrucción sistemática del aparato productivo nacional fue calificado por la Confederación General Empresaria de la República Argentina (CGERA) de tal gravedad, que hace tres años solicitaron que el ex ministro de Economía de la última dictadura militar sea citado por la Justicia, como responsable de un “genocidio industrial iniciado el 2 de abril de 1976” (4). Dejó su cargo en 1981 con un último mensaje al país: “los esfuerzos de estos cinco años no serán en vano”. Era su última mentira como ministro. Atrás dejó un país con su producción nacional en ruinas, con miles de establecimientos industriales que fueron cerrados. Uno de ellos fue el Establecimiento Azufrero Salta, conocido como Mina La Casualidad.

Federico Dada

(1) Breve Historia de la Economía Argentina. Daniel Muchnik. Ed. El Ateneo. 2010.
(2) “El lugar perverso”. Luis Bruschtein. Página 12, 05/05/2010
(3) “El lugar perverso”. Luis Bruschtein. Página 12, 05/05/2010
(4) Diario Los Andes. 2 de abril de 2008.

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