Contar "El Silencio"


¿Puede un pequeño pueblo, recóndito pero pujante, enclavado a la vera de una mina que produce azufre en la Puna argentina, desaparecer completamente después de más de treinta años de existencia, hasta quedar hecho un caserío fantasma?
Los fundamentos de la respuesta son complejos y terminan siendo tan devastadores como esclarecedores, porque el cierre de esa mina, y del campamento minero que con el correr de los años terminó siendo un pueblo, explican parte de uno de los capítulos más oscuros de los últimos treinta años del siglo XX argentino: la destrucción sistemática y planificada de la industria nacional y las consecuencias sociales y económicas que ello trajo aparejado para el país.

La Casualidad fue un próspero campamento minero situado en la Puna salteña que con los años y la llegada de más trabajadores alcanzó la conformación social de un pueblo. En rigor, fue abierta la mina y la planta industrial en 1943, tras el descubrimiento de un gran yacimiento de azufre una década antes. Años después, por la importancia estratégica del azufre, se convirtió en sociedad mixta con el ingreso del Estado, hasta que en 1951 el Gobierno nacional la estatizó. Afirman que alcanzó a tener hasta 3.000 habitantes en sus momentos de mayor producción, entre trabajadores de la mina y del complejo industrial Establecimiento Azufrero Salta que procesaba el azufre.
La planta azufrera se ubicó a unos 518 kilómetros de la ciudad de Salta, capital de la Provincia del mismo nombre, en el norte de Argentina, y a unos 4.200 metros sobre el nivel del mar. La mina, a unos 25 kilómetros más lejos y a más de 5.000 m.s.n.m. Hubo casas, un comedor, una escuela primaria, una iglesia, un cine, dos casinos y hasta una pista de aterrizaje para aviones, además de la planta industrial que  procesaba el mineral.

Por más de treinta años, La Casualidad fue sinónimo de producción de azufre: se lo extraía de la Mina Julia, primer yacimiento de ese mineral no metalífero del país, ubicado en el cerro La Estrella, sobre la ladera este de Los Andes, muy cerca de la frontera con Chile.
El aprovechamiento del potencial industrial y militar que poseía el azufre servía con creces a tales fines: cubría la necesidad de la demanda de materiales destinados a la defensa nacional y la generación de insumos para fortalecer una industria nacional en un país que había construido su modelo de progreso en el modelo agroexportador desde el siglo XIX.
Aunque se produjeron alternancias de gobiernos democráticos y de facto, desde su apertura, ninguno objetó lo importante que era para el país la extracción y procesamiento del azufre para sus muchos aprovechamientos para la industria. 
Sin embargo, en 1979, el ministro de Economía del gobierno militar argentino, José Alfredo Martínez de Hoz, terminó de ejecutar la orden que había impartido un año atrás: clausurar la producción nacional de azufre. Con esa medida, se dispuso el cierre de la planta y del pueblo que vivía de la actividad minera de La Casualidad. La decisión de su cierre fue una consecuencia de la ejecución del Plan Económico que llevó adelante el Gobierno militar entre 1976 y 1982. Lo llamativo, es que se cerró un yacimiento mineral productivo que daba trabajo y abastecía a gran parte del mercado nacional.
En los pliegues de este capítulo de la historia argentina desconocido, están las motivaciones narrativas de "El Silencio": las razones que hubo detrás de la decisión de Martínez de Hoz de cerrar esa industria nacional, y provocar el silencioso éxodo de todo un pueblo. En La Casualidad, nada fue fortuito, sino todo lo contrario: el cierre de esa mina de azufre fue premeditadamente ejecutado. Y en absoluto fue una decisión aislada.
La trama de “El Silencio” aborda ese tema develando y contando cómo un suceso de orden  económico, político y social de nuestra historia, en apariencia pequeño, y con todos sus condicionantes, puede ser considerado como una lección para cualquier política pública que quiera asegurar el progreso. Justamente, porque -como dice el economista Jorge Schvarzer- la realidad puede ser modificada, es que conviene entenderla tal cual es, para aprender de sus hechos y sus consecuencias, y no repetirlos.
El documental será un aporte al acervo documental argentino, tanto por el registro de antiguos pobladores de un pueblo extinto, como por lo que develará el resultado de la investigación sobre este capítulo político-económico de nuestro pasado.

Federico Dada

* Fotografías: la primera de autor y fecha desconocidos; la segunda realizada en enero de 2011 durante el reconocimiento de La Casualidad como locación.

Comentarios

  1. Fede, muy buen trabajo!! te felicito. Cuando aparezca en pantalla quiero verlo!

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  2. Vero, mil gracias, siempre agradecido por tanta onda! Desde luego que lo verás. Las fechas las pondrá el INCAA y TV Digital; igual que vos, esperamos el estreno, quizá para fin de año. Abrazos!

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